domingo, 5 de enero de 2025

PAPA FRANCISCO: NO TENGAMOS MIEDO DE DAR EL PRIMER PASO PARA LLEVAR LUZ A LA OSCURIDAD

 



Papa Francisco: No tengamos miedo de dar el primer paso para llevar luz a la oscuridad

Por Walter Sánchez Silva

5 de enero de 2025



El Papa Francisco afirmó que la invitación de Dios hoy, para cada uno, es a no tener miedo de dar el primer paso, para abrir así ventanas de luz, en medio de la oscuridad del mundo actual.

En un frío domingo romano, marcado por la lluvia y por una plaza de San Pedro con una multitud portando paraguas, el Santo Padre meditó en el evangelio de hoy (Jn 1,1-18), en el que se hace referencia a Jesús así: “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron”.

El Papa Francisco destacó que esto se puede constatar en este tiempo de Navidad, “cuando el Hijo de Dios, hecho hombre, supera tantos muros y tantas divisiones”, compartiendo “la vida humilde de María y José, que lo acogen y crían con amor, pero con las posibilidades limitadas y las dificultades propias de quien no tiene medios, eran pobres”.

El Santo Padre resaltó asimismo que el Señor permite que lo encuentren los pastores y los Reyes Magos, superando dificultades, porque “Dios no se detiene nunca: encuentra miles de modos para llegar a todos y a cada uno de nosotros, allá donde nos encontremos, sin cálculos y sin condiciones, abriendo también en las noches más oscuras de la humanidad ventanas de luz que la oscuridad no puede cubrir”.

Hablando del mundo actual, el Papa Francisco dijo que Dios hace posible que se pueda salir de situaciones complicadas, aunque a veces “parece imposible salir de ellas”.

“Pero hoy la Palabra de Dios nos dice que no es así: es más, nos llama a imitar al Dios del amor, abriendo destellos de luz donde podamos, con cualquiera que nos encontremos, en todos los contextos: familiar, social, internacional. Nos invita a no tener miedo de dar el primer paso. Esta es la invitación del Señor hoy: No tengamos miedo de dar el primero paso”.

El Pontífice reconoció luego que “se necesita coraje para darlo, sin miedo, abriendo ventanas luminosas de cercanía a quien sufre, de perdón, de compasión y de reconciliación, estos son tantos primeros pasos que debemos dar para hacer el camino más claro, seguro y posible para todos”.

Tras destacar que “esta invitación resuena de modo particular en el Año Jubilar que acaba de comenzar” para ser “mensajeros de esperanza”, el Papa Francisco cuestionó: “¿En qué modo puedo abrir una ventana de luz en mi ambiente y en mis relaciones? ¿Dónde puedo ser un resquicio que deje pasar el amor de Dios? ¿Cuál es el primer paso que hoy debería dar?”.


La oración por el fin de la guerra en Ucrania, Palestina, Israel y otros países

Al concluir el rezo del ángelus de este domingo, el Papa Francisco renovó su oración por los países que aún sufren a causa de la guerra.

“Seguimos rezando por la paz, en Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Siria, Myanmar, Sudán. Que la comunidad internacional actúe con firmeza para que en los conflictos se respete el derecho humanitario”, clamó el Santo Padre.

“Basta de atacar a civiles, no más ataques a escuelas, hospitales, ¡no más ataques contra lugares de trabajo! No olvidemos que la guerra es siempre una derrota, ¡siempre!”, concluyó el Pontífice. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE ENERO DE 2025

 



Domingo II después de Navidad

Domingo 5 de enero de 2025



1ª Lectura (Eclo 24,1-2.8-12): La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios y se gloría en medio de su pueblo. En la asamblea del Altísimo abre su boca y se gloría ante el Poderoso. «El Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: ‘Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel’. Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca más dejaré de existir. Ejercí mi ministerio en la Tienda santa delante de él, y así me establecí en Sión. En la ciudad amada encontré descanso, y en Jerusalén reside mi poder. Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad».



Salmo responsorial: 147

R/. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Glorifica al Señor Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión. Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.


Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.


Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

2ª Lectura (Ef 1,3-6.15-18): Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.

Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Versículo antes del Evangelio (Cf. 1Tim 3,16): Aleluya. Gloria a Ti, oh Cristo, que has sido predicado a los gentiles; gloria a Ti, oh Cristo, que has sido creído en el mundo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.




«Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria»

Rev. D. Ferran BLASI i Birbe

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio de Juan se nos presenta en una forma poética y parece ofrecernos, no solamente una introducción, sino también como una síntesis de todos los elementos presentes en este libro. Tiene un ritmo que lo hace solemne, con paralelismos, similitudes y repeticiones buscadas, y las grandes ideas trazan como diversos grandes círculos. El punto culminante de la exposición se encuentra justo en medio, con una afirmación que encaja perfectamente en este tiempo de Navidad: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

El autor nos dice que Dios asumió la condición humana y se instaló entre nosotros. Y en estos días lo encontramos en el seno de una familia: ahora en Belén, y más adelante con ellos en el exilio de Egipto, y después en Nazaret.

Dios ha querido que su Hijo comparta nuestra vida, y —por eso— que transcurra por todas las etapas de la existencia: en el seno de la Madre, en el nacimiento y en su constante crecimiento (recién nacido, niño, adolescente y, por siempre, Jesús, el Salvador).

Y continúa: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Ibidem). También en estos primeros momentos, lo han cantado los ángeles: «Gloria a Dios en el cielo», «y paz en la tierra» (cf. Lc 2,14). Y, ahora, en el hecho de estar arropado por sus padres: en los pañales preparados por la Madre, en el amoroso ingenio de su padre —bueno y mañoso— que le ha preparado un lugar tan acogedor como ha podido, y en las manifestaciones de afecto de los pastores que van a adorarlo, y le hacen carantoñas y le llevan regalos.

He aquí cómo este fragmento del Evangelio nos ofrece la Palabra de Dios —que es toda su Sabiduría—. De la cual nos hace participar, nos proporciona la Vida en Dios, en un crecimiento sin límite, y también la Luz que nos hace ver todas las cosas del mundo en su verdadero valor, desde el punto de vista de Dios, con “visión sobrenatural”, con afectuosa gratitud hacia quien se ha dado enteramente a los hombres y mujeres del mundo, desde que apareció en este mundo como un Niño. 

FELIZ DOMINGO!!!

 




domingo, 29 de diciembre de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 DE DICIEMBRE DE 2024 - SAGRADA FAMILIA

 



 La Sagrada Familia (C)

Domingo 29 de diciembre de 2024



1ª Lectura (1Sam 1,20-22.24-28): En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: «Al Señor se lo pedí». Después de un año, Elcaná, su marido, subió con toda la familia para hacer el sacrificio anual para honrar al Señor y para cumplir la promesa que habían hecho, pero Ana se quedó en su casa.


Un tiempo después, Ana llevó a Samuel, que todavía era muy pequeño, a la casa del Señor, en Siló, y llevó también un novillo de tres años, un costal de harina y un odre de vino. Una vez sacrificado el novillo, Ana presentó el niño a Elí y le dijo: «Escúchame, señor: te juro por mi vida que yo soy aquella mujer que estuvo junto a ti, en este lugar, orando al Señor. Éste es el niño que yo le pedía al Señor y que él me ha concedido. Por eso, ahora yo se lo ofrezco al Señor, para que le quede consagrado de por vida». Y adoraron al Señor.



Salmo responsorial: 83

R/. Señor, dichosos los que viven en tu casa.

Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.

Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza la esperanza de su corazón.

Escucha mi oración, Señor de los ejércitos; Dios de Jacob, atiéndeme. Míranos, Dios y protector nuestro, y contemplo el rostro de tu Mesías.

2ª Lectura ( Col 3,12-21): Queridos hijos: Mirad cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total. Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros.

Versículo antes del Evangelio (Hch 16,14b): Aleluya. Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.



«Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban estupefactos por su inteligencia»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.

PAPA FRANCISCO PIDE NO ENCERRARSE EN EL TELÉFONO MÓVIL, DIALOGAR ES IMPORTANTE PARA UNA FAMILIA

 


 

Papa Francisco pide no encerrarse “en el teléfono móvil”: Dialogar es “importante para una familia”

Papa Francisco

Crédito: Vatican Media.

Por David Ramos



El Papa Francisco recordó a los fieles católicos que “el diálogo es un elemento importante para una familia”, e hizo un llamado a “nunca permanecer encerrado en sí mismo o, peor aún, con la cabeza en el teléfono móvil”.


Es el mensaje que hizo el Santo Padre a los fieles congrgados en la Plaza de San Pedro del Vaticano antes del rezo del Ángelus el domingo 29 de diciembre, día en el que la Iglesia Católica celebra a la Sagrada Familia de Nazaret.

El Evangelio del domingo—Lc 2,41-52— “narra cuando Jesús, de 12 años, al final de la peregrinación anual a Jerusalén, fue perdido por María y José, que lo encontraron en el Templo discutiendo con los doctores”, dijo el Papa. “El evangelista Lucas revela el estado de ánimo de María, que pregunta a Jesús: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te buscábamos’”.

“Jesús le responde: ‘¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?’”, indicó el Pontífice.

La Sagrada Familia: “Una familia que dialoga, que se escucha, que habla”

Para el Papa, esta “es la experiencia diría casi habitual de una familia que alterna momentos tranquilos con otros dramáticos. Parece la historia de una crisis familiar de nuestros días, de un adolescente difícil y dos padres que no logran comprenderle”.

“Detengámonos a observar a esta familia. ¿Saben por qué la Sagrada Familia de Nazaret es un modelo? Porque es una familia que dialoga, que se escucha, que habla. ¡El diálogo es un elemento importante para una familia! Una familia que no se comunica no puede ser una familia feliz”, señaló.

El Papa Francisco resaltó que “es hermoso cuando una madre no empieza con un reproche, sino con una pregunta. María no acusa ni juzga, sino que intenta comprender cómo acoger a este Hijo tan diferente a través de la escucha”.

“A pesar de este esfuerzo, el Evangelio dice que María y José ‘no entendieron lo que les decía’, lo que demuestra que en la familia es más importante escuchar que entender”, dijo el Papa, destacando que “escuchar es dar importancia al otro, reconocer su derecho a existir y a pensar por sí mismo. Los hijos necesitan esto”.

La comida, “un momento privilegiado para el diálogo”

El Santo Padre destacó luego que “un momento privilegiado para el diálogo y la escucha en la familia es el momento de la comida. Es bueno estar juntos a la mesa y hablar. Esto puede resolver muchos problemas y, sobre todo, une a las generaciones: los hijos hablando con sus padres, los nietos hablando con sus abuelos”.

Así, el Papa pidió a los miembros de la familia “nunca permanecer encerrado en sí mismo o, peor aún, con la cabeza en el teléfono móvil. Esto no va, esto no, nunca. Hablar, escucharse, ¡este es el diálogo que hace bien y que hace crecer!”.

“La familia de Jesús, María y José es santa. Sin embargo, hemos visto que ni siquiera los padres de Jesús lo comprendieron siempre. Podemos reflexionar sobre esto, y no nos sorprendamos si a veces nos sucede en la familia que no nos entendemos”.

“Cuando nos ocurra, preguntémonos: ¿nos hemos escuchado? ¿Afrontamos los problemas escuchándonos unos a otros o nos encerramos en el mutismo (...) en el resentimiento, el orgullo? ¿Nos tomamos un poco de tiempo para dialogar? Lo que podemos aprender hoy de la Sagrada Familia es la escucha mutua”, señaló.

“Encomendémonos a la Virgen María y pidámosle el don de la escucha para nuestras familias”, concluyó el Papa.

FELIZ DOMINGO - HOY CELEBRAMOS A LA SAGRADA FAMILIA





  

domingo, 22 de diciembre de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 22 DE DICIEMBRE DE 2024 - IV DOMINGO DE ADVIENTO

 



 Domingo 4 (C) de Adviento

Domingo 22 de diciembre de 2024



1ª Lectura (Miq 5,1-4): Esto dice el Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemorables. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel. Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».



Salmo responsorial: 79

R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos.


Dios del universo, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña. Cuida la cepa que tu diestra plantó, y al hombre que tú has fortalecido.


Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.


2ª Lectura (Heb 10,5-10): Hermanos: Al entrar Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo —pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad». Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Versículo antes del Evangelio (Lc 1,38): Aleluya. Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».



«¡Feliz la que ha creído!»

Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)


Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.


El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.


Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(...) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.


Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).


Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).


San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.