viernes, 9 de marzo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 7 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
7 de marzo




Gracias, también, Señor, por el dolor, que tanto enseña. Por ese dolor que me acerca a ti, siempre y cuando yo sepa descubrirte a ti en el dolor.

Gracias, mi Dios,  por ese dolor que me asemeja a tu Cristo y que, con él y en él  y por él, me convierte  en redentor de mi mismo y de mis hermanos los hombre.




* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 6 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
6 de marzo




En la vida de hogar se presentan no pocas ocasiones en las que el dolor amenaza los espíritus.

El sufrimiento, la cruz, es el medio a través del cual el cristiano trasmite la salvación, tanto a sus hermanos, dentro del Pueblo mesiánico de Dios, como más allá de éste a todos los hombres, en cuanto Cristo, que está presente en toda cruz, obra allí salvíficamente.

Consecuentemente la cruz de cada bautizado es una participación de la cruz de Cristo y por ello el mismo Cristo está obrando salvíficamente en cada cristiano crucificado, en cada paciente, en cada moribundo, en cada enfermo. Por tanto, toda cruz llevada por amor  al Señor, se convierte en una fuente de salvación, sin que podamos decir jamás hasta dónde fluyen las aguas de la salvación.




* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 5 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
5 de Marzo




Sólo Cristo puede operar el cambio, la transformación del sufrimiento en paz, del resentimiento en verdadera caridad, de la angustia en alegría.

Con Cristo presente el orgullo desaparece, la susceptibilidad se evapora, el amor propio crece.



* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 4 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
4 de marzo



Todos llevan su cruz. La diferencia está en el modo como la llevan. Tú debes llevarla a hombros con tu cónyuge.

De las dos cruces de ambos por separado se fundió una sola, más pesada si la pretende llevar uno solo de los dos más liviana si se comparte entre los dos.


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 3 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
3 de marzo



Si Cristo hubiera rehusado padecer por nosotros, hubiera pasado a la historia como un gran farsante, nadie le hubiera creído. Pero no fue así y eso es lo nos demuestra su divinidad, nos convence de la sinceridad de sus palabras, cuando nos dice que nos ha amado.

Cristo fue el que enseñó que el verdadero amor todo lo aguanta, todo lo perdona, todo lo encubre, todo lo disimula, todo lo soporta, todo lo calla, todo lo sufre, todo lo olvida y jamás se resiente, no guarda rencor, no es vengativo, no se aprovecha, no hace sufrir.



* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 2 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
2 de marzo



Es fácil decir que amamos; ya no resulta tan fácil demostrar que es verdad.

La prueba más contundente del amor nos la dio Cristo, pues llegó hasta donde él dijo que había que llegar: hasta dar la vida por la persona que decimos que amamos.

No basta pedirle a ella que muera por nosotros; sino llegar hasta morir nosotros por ella.


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 1 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
1 de marzo




Creo, Señor, que por ser hombre tuviste amigos. Creo, Señor, en tus ansias de amor a los desorientados y perdidos.

Creo, Señor, que lloraste junto a Lázaro, porque sentías afecto humano.

Creo, Señor, que curaste a los leprosos, no para que creyeran en Ti, sino porque eran enfermos y sufrían.

Creo, Señor, que pediste que pasara tu cáliz, porque fue duro tu sufrir, pero nos quisiste salvar.

Creo, Señor, que te diste a la cruz, porque un hombre tenía que morir por todos.

Creo, Señor, que siempre nos perdonas, porque nunca sabemos lo que hacemos.

Creo, Señor, solamente Tú conoces cuál es el trigo y cuál es la cizaña.

Yo te pido que el día de mañana, pongas a tu derecha a la buena mano que se apoyó en la mía, al amigo que aguantó mi mal carácter...
al que en mi soledad me acompañó, 
y al que mis defectos disimuló; 
al sordo que desoyó mi insulto;
al mendigo que perdonó mi pan;
al deudor que perdonó mi prisa;
al amigo que no rechazó mi afecto;
al vendedor que, paciente, me esperaba;
a la criada que, sonriente, me complació;
al vecino que me sonreía con simpatía;
al portero que me puso buena cara;
al acreedor que me esperaba,
al que a mis insultos no hacía caso;
al mi padre por tan oportunas
reprimendas;
a mi madre que mis faltas encubría; 
a mis hermanos por peleas tan tremendas,
y sin embargo, al rato ya ni recordadas
a los que soportan mis impertinencias
y les pesa por haberme hecho mal;
al que puso una firma compasiva,
al que restó importancia a mi pecado,
al que esperó demasiado,
 a los que saben que no soy santo.
Gracias, Señor, porque tuyo es 
el éxito logrado.
Gracias por el dolor que me ha herido,
y aunque yo no lo haya querido,
me ha llevado hacia el camino
de la escuela silenciosa
de tu cruz redentora.



* P. Alfonso Milagro